Escrituras

La serie El hombre invisible de Lindomar Placencia nos hace pensar en esa relación entre lo público y lo privado. La visualidad es aquí una trampa. La superficie blanca deja entrever el autorretrato del artista. Uno percibe a través del vacío la impermanencia de la figura. Las posibles lecturas interactúan con todas sus significaciones. Lindomar nos propone ese acercamiento al saber cómo deseo. La ausencia, el no ser, nos hacen pensar en un sujeto que transgrede todos los límites en relación con su otredad.

En la historia de la pintura encontramos algunos ejemplos como el de Francis Bacon, en que la violencia destruye la imagen humana. Lindomar desde la minimalización del dibujo, clausura todas las posibilidades de la figuración. La presencia del cuerpo no importa. Hay muchos recursos que superan cualquier interpretación metafísica y la relación entre lo sustantivo y lo universal. De nuevo quiere plantearnos la profundidad, las contradicciones del sujeto moderno, ya expresadas por Shakespeare en boca del personaje de Otelo: ¿“Quien soy si hoy amo y mañana odio?”. Este creador vuelve sobre el tema de la muerte del autor que tanto le interesaba a Roland Barthes, solo para hablarnos de la muerte de la representación misma. Sin embargo, como su obra no transita por un comienzo o un final, supera cualquier trascendentalismo, nos obliga a pensar sin pensar, desde el no lugar.

Severo Sarduy, en su última novela Pájaros en la Playa, comenta lo siguiente: “Todo vacío es ausencia, es un principio de abstracción y de movimiento, un vacío, una forma a la posibilidad de un contenido. Todo lo que está lleno es inerte. Lo vacío es una condición esencial del movimiento y de la vida”.

Escrituras
Jorge A. Fernandez Torres
Curador y crítico de arte
Escrituras, Galería Mytos. DF, Mexico
2003