Contragolpe

(…) la escritura hormiga en sangre de algunos textos filosóficos de Emile M. Cioran, ponían a más de un espectador en trance. Comprender al artista que partía de la (in)consciencia de comprender al filósofo, se convertía en una tarea ajustada al grado de interés del espectador por conseguir una lupa. El acto de leer el texto se volvía una empresa inoperante, utópica y por lo mismo, ininteligible. En consecuencia, lo lógicamente aprehensible era el espacio/vacío del dibujo.

(…) El hombre invisible propone el vacío de las obras y del artista; éste último sombra, reminiscencia, apenas trazo –también blanco– sobre el papel. El acto de ver el arte y al artista se vuelve por encima de todo intuición. La forma, si existe, yace en la mente del espectador; aquello que logra percibir sobre el dibujo real.

Contragolpe
Sandra Sosa Fernández
Crítico de arte
Noticias de Artecubano. Numero 3/04